¿Por qué vale la pena rescatar a Venezuela?

Quisiéramos hacer mención de lo que realmente vale la pena…

Como cuando descubrimos que sonreír y traer sonrisas al mundo nos llenan de gran alegría; como cuando ofreces tus gestos, tu persona… tu vida a los demás y ves como se intercambian milagros, energías, amor, algo mágico, capaz  de motivar y hacer vibrar esas emociones  dormidas en personas, que por difíciles circunstancias  hoy, carecen de medios tan esenciales como sentarse en la mesa de su hogar en familia y disfrutar de una comida al día.

Decirlo, es tratar de proclamar esas realidades y verdades que no hay que callar nunca. La pobreza y el hambre son tendencias que marcan el rostro, la mirada y la apariencia de la gente que es tan evidente en Venezuela y en mi comunidad morandina, y eso todos lo sabemos, y pocos son los privilegiados.

En algún lugar leí estas palabras: “El mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo”.

Nuestro testimonio vale más que tanta palabrería y como caminante que va haciendo camino, voy revelándome,  y  contra corriente, vamos orgullosos con un emblema en el pecho que dice: “Hijos de Morán con ADN Tocuyano y aunque  estemos también llenos de necesidades, nuestras inquietudes  son para avanzar, para superar, para construir, organizar, y sobre todo creer que todo es posible”.

Con un gran equipo de voluntarios y voluntades, abrimos cada día la puerta de la alegría y de la esperanza, nuestro comedor,  con la Olla Solidaria, ubicado en pleno centro de El Tocuyo, cedido por una prestigiosa y reconocida  familia  tocuyana, con el gran deseo de ser parte de esta obra bienhechora y humana.

A partir de entonces, cada mañana hacemos posibles grandes logros y lo más hermoso es que somos sus testigos.

En este lugar estamos todos los días, donde hay  todo tipo de ciudadanos  y vecinos: familias,  amas de casa, comercio, instituciones de salud, empresas, profesionales, estudiantes, organismos de seguridad, Iglesias. Todos unidos para hacer gustosamente, con sencillez y alegría la Olla Solidaria, una sopa con sabor a esperanza, porque quien se sienta sabe que quizá sea el único plato de comida que haga al día.

Es aquí donde  pensamos, organizamos también para el futuro inmediato, para los niños y adultos mayores, además de mitigar el hambre, también trabajamos para edificar, formar, educar; hay voluntad, pasión deseo y con eso sobra.

Muchos son los que se benefician, y desde dentro todo parece cambiar de panorama. Somos toda una gran familia, que habla, que canta, que discute, que razona, que sirve, pero que cada día sale adelante. Aprendiendo a escuchar.

Es una sensación extraordinaria la de sentirse tan útil, que el cansancio pasa al olvido.

La tarea cada día  se incrementa, la crisis y la pobreza van de la mano, avanzando… Aún así, todavía estamos quienes creemos que la esperanza está en nuestras, y tenemos que lucharlo así cueste. Cambiando rumbos, cambiando vidas,  es la única manera de salir adelante, porque evitaremos dejarnos vencer por el  fatalismo, y más en este municipio que fue un día  cuna de emprendimiento, de luchas, de grandes escritores,  poetas, músicos,  profesionales, políticos… de grandes héroes.

Tenemos un desafío inmenso, demostrar de cuanto  amor estamos hechos, y desde este programa humano asumimos este gran reto, haciéndolos partícipes en la educación. Desde allí ellos podrán cambiar de rumbo sus vidas tan dependientes, aletargados y dormidos, es ahí donde debemos demostrarlo todo  con firmeza con convicción y con ganas, todo nuestro amor. Porque este mundo, el mundo de nuestro hijos depende de nosotros,  de la manera como lo amamos, y si lo amamos de verdad, lograremos erradicar todas  las ollas solidarias, todos los comedores, los pensamientos derrotados, porque lograremos una civilización digna medianamente mejorada, y si ellos lo quieren, seguirán mejorando como seres humanos con iniciativas de estudio y progreso…

Volverán los valores, volverá el hogar, epicentro y núcleo de hermandad, de alegría, de vida, volverá   la familia  a sentarse una vez por día en su mesa, con sus hijos, hermanos,  con sus  padres y abuelos, como se hacía antes.

Y sí, “El mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo”

Cada día lo demostramos porque ese es nuestro sueño, ese es nuestro proyecto  y ese será otro de nuestros logros. Por el municipio y por nuestro país.